Princesa enrredada en una pesadilla tatuada como realidad.
Y dolía como nunca, llovía en su cápsula de acero...
Podía saber todo desde lejos, como susurros de duendes, descubría las mentiras.
Soñaba el estar ahí donde el mundo no pudiera afectarle,
o aprender a volar y dejar de mirar por la misma ventana.
Su castillo derrumbar con tan solo el fuerte deseo de un cambio.
Pero derrumba su alma... quiza se marchita.
Desgastan sus hermosos ojos,
y yo que de afuera contemplo, y yo que nada sé ...
Ojalá el viento pudiera regalar el milagro del fin de una tormenta.
Ojalá juntas pudieramos ver el sol.
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