El color del encanto trajo pegado el silencio
luego de aquella canción, esa triste armonía.
Trillada sonrisa en el hombre, la pena nocturna de cada cuerpo.
Metálica mirada que hundía, liviana en el golpe, durmió.
Mis manos llenas de nada.
Pinta más realidad nuestra sombra, que nuestro rostro enmascarado.
Arrastras las piernas, pálido y pedregoso.
No lamentas ya ni tu memoria.
Blindado cada uno de tus órganos.
Y yo espero, el viento...como todo se lleva, como un sueño
cada una de éstas sílabas.
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