sábado, 30 de abril de 2011

Ni siquiera era yo en este extraño lugar. No sabía que hora era, ni donde me encontraba, tampoco importaba. Los colores encandilaban mis ojos casi llorosos por tanta hermosura. El cielo se reflejaba en el camino empedrado que rodeaba este desconocido tiempo.
No podía recordar como había llegado allí, tan solo desperté recostada en uno de los árboles que rodean este sendero interminable. Calculo, pareciera solo un segundo volador en el que camino por aquí, divisando las piedras brillantes y coloridas que piso.

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